text="#C0C0C0" leftMargin=0 topMargin=0 marginheight="0" marginwidth="0" link="gold" vlink="gold" alink="gold">

Truly Charmed



Compana

Nada es tan propio de la tradici�n oral gallega como las leyendas sobre �nimas y especialmente sobre la Santa Compaña.

Es dif�cil dar una sola definici�n sobre la Santa Compaña porque pr�cticamente cada pueblo tiene su propia explicaci�n para la misma, aunque hay una serie de elementos comunes a todas ellas.

La Santa Compaña es la procesi�n de muertos de una parroquia. Siempre sale a altas horas de la noche y los muertos caminan en hileras portando velas o huesos encendidos, envueltos en sudarios, frente a ellos siempre va un vivo portando una cruz o un cubo de agua bendita y que esta obligado a salir con ella cada noche. Este vivo, que acompaña a la procesi�n de los difuntos, va perdiendo poco a poco el color y enfermando hasta morir, salvo que consiga traspasar su condena a otro entreg�ndole la cruz o el caldero. Normalmente el vivo que acompaña a la Santa Compaña no recuerda nada de lo que ha pasado por las noches y s�lo su palidez y extrema delgadez dan testimonio de sus peregrinaciones nocturnas.

La aparici�n de la Santa Compaña siempre va a asociada a la muerte, en muchas ocasiones los peregrinos difuntos llevan un f�retro en el que va un pariente de la persona que la ve y significa que el ocupante del ata�d no tardara en morir. En otras se acercan a las casas y entregan un cirio blanco diciendo que volver�n la noche siguiente a buscarlo y al devolverlo arrastraran a esa persona al mundo de los muertos

No obstante estas no son las �nicas causas de su aparici�n y entre otras podemos destacar las siguientes:

  • Para reclamar el alma de alguien que morir� en breve tiempo despu�s de esta aparici�n.
  • Para reprochar a los vivos faltas o errores cometidos.
  • Para pedir misas a los familiares vivos y que cumplan los votos que ellas prometieron en vida y no cumplieron.
  • Para comunicar la muerte de alg�n conocido al que presencia la procesi�n.
  • Para cumplir una pena infringida por alguna autoridad del mas all� a fallecidos en pecado para as� restituir el mal hecho por ellas.

Tambi�n es com�n que en algunos casos las apariciones de los difuntos se relacionan con personas que fallecieron tras haber cometido alguna falta leve que no era merecedora de un castigo eterno pero tampoco les permit�a la entrada en el cielo, de manera que ten�an que volver a la tierra para reparar el mal que hab�an causado, ya que de lo contrario su alma seguir�a penando. Sol�an aparecerse de noche a la persona que faltaron o hirieron, o a la primera persona que pasaba, para que la ayudase a liberar su alma. A veces reparando el daño causado, otras ofreciendo misas por el alma del difunto o incluso rasg�ndole el habito con el que hab�an sido enterradas, ya que sol�a enterrarse a las personas con un h�bito que les permit�a entrar en el cielo o el purgatorio, pero si su alma no estaba completamente limpia el mismo h�bito se lo imped�a, y s�lo rasg�ndolo pod�an entrar. En estos casos lo que hab�a que hacer era dibujar un c�rculo en el cielo y otro en el suelo y una cruz, como protecci�n, y luego rasgar el h�bito del alma en pena, que as� quedar�a libre

Aunque seg�n algunas opiniones s�lo algunas personas tiene la capacidad de verla; los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el �leo de los difuntos, poseer�n, ya de adultos, la facultad de ver la aparici�n y otros, habr�n de conformarse con sentirla, intuirla, etc�tera. Y es que habr�a una serie de indicios de la proximidad de la aparici�n como podr�a ser el olor a velas surgiendo de repente, o el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos... que pueden ver esos fantasmas por alg�n tipo de sensibilidad especial, sin embarga la tradici�n m�s extendida es que cualquiera pueda verlos

Desde el nacimiento de la agricultura en los medios rurales se ha celebrado culto a la fecundidad y la naturaleza. Se hac�an reuniones nocturnas en los bosques, y alumbrados por una hoguera se rend�a homenaje a la tierra que les daba sus frutos y a los animales. Sol�a ser una sacerdotisa la que dirig�a la ceremonia consistente en danzas y una uni�n sexual en determinadas �pocas para "activar" los campos y hacerlos fecundos. Los cuernos se usaban para reprensentar esa deidad, ya que s�lo los herb�voros los ten�an (cabras, vacas, bueyes...) y eran estos los que les prove�an y ayudaban a sobrevivir. Estas sacerdotisas pose�an conocimientos de medicina natural heredados de generaci�n en generaci�n y para su aplicaci�n iban acompañados de un ritual m�gico.

Sea como sea, para el caso de encontrarse con la Santa Compaña, estos son algunos de los m�todos para evitar que nos sea entregada la Cruz que nos obligar�a a peregrinar con ella noche tras noche:

  • Apartarse de su camino, no mirarles y hacer como que no se les ve.
  • Hacer un c�rculo en el suelo con la estrella de Salom�n o una cruz dentro, meterse dentro de este c�rculo, rezar y no escuchar su voz.
  • Llevar encima escapularios, objetos sagrados, ajos o castañas de indias.
  • Coger algo, para no poder coger la cruz e incluso hacer con las manos alguna señal como los cuernos o la "figa".
  • En �ltimo caso, puede uno tirarse en el suelo boca abajo, con el peligro de que la compaña pasase por encima y lo lastimase.

Uno de los lugares mas frecuentes de apariciones son las encrucijadas o los cruces de camino, es por ello que muy com�nmente se construyan en ellos los t�picos cruceiros en un intento de cristianizar esos lugares, ya que la tradici�n los señala como lugares de grandes poderes tel�ricos, ideales para la realizaci�n de todo tipo de rituales de magia negra e incluso el lugar de aparici�n del demonio y todo tipo de esp�ritus malvados. El celebre escritor gallego Castelao hablo as� al referirse a los cruceiros, que se construyen no s�lo en las encrucijadas, sino tambi�n en los atrios de las iglesias, lugar donde se entierran a los no bautizados o en lugares donde tuvo lugar alg�n tr�gico acontecimiento; "existe (...) la necesidad de cristianizar las encrucijadas, los movimientos paganos de los caminos y los caminos mismos, como la necesidad de cruces que de pronto se encuentran en las sendas de nuestra tierra, sostenidos por la idea de la muerte. De d�a los caminos son para los caminantes vivos; pero de noche los caminos son para los difuntos, que andan penando sus pecados; y nuestra alma viajera busc� la compañ�a de la cruz para libertarse del miedo. (...) la muerte, la noche, el camino y la cruz est�n unidos por una ligadura m�gica".

De modo que las autoridades eclesi�sticas acusaron a estos colectivos de ser los culpables de los males que les azotaban y les acusaron de envenenar los campos, emponzoñar las aguas, hacer hechizos y maldiciones, siempre bajo el amparo del demonio.

Ya para finalizar esta exposici�n, me gustar�a compartir las declaraciones de varios testigos de las apariciones de la Santa Compaña reseñando que los testimonios que se presentan son todos reales y tal como los contaron aquellos a quienes les sucedi�, solamente se han cambiado sus nombres para preservar su intimidad

r4_1.jpg

Francisco Alvarez, relata as� su encuentro; �Fue en marzo de 1982, en Gisamo (La Coruña). Yo era boy-scout y me encontraba con mis compañeros en una acampada de fin de semana. Despu�s de la cena, ya era de noche, hicimos un �acecho�, una especie de juego del escondite. Yo decid� rodear el campamento a trav�s del bosque, as� que me fui colina abajo y cuando estaba llegando al camino v� unas luces. Pens� que ser�a alguno de mis compañeros as� que me escond� detr�s de unos �rboles con la idea de darles un susto, pero el asustado fui yo. No me preguntes qu� era aquello. Eran siete �personas� en dos filas de tres y con uno de ellos delante, entre las dos filas. Todos vest�an igual, una especie de t�nicas terminadas en unos capuchones, como los de Semana Santa. El de delante llevaba una gran cruz que parec�a hecha con dos maderas planas. Y los dos que le segu�an, uno en cada fila, llevaban una gran vela cada uno. Los otros cuatro no llevaban nada. Me qued� all�, como paralizado, hasta que cruzaron frente a m� y se perdieron tras los �rboles. Luego volv� corriendo al campamento pero no cont� nada a nadie; me tomar�an por loco...�

El Doctor Pedrosa cuenta; �regresaba a casa al filo de las dos de la madrugada tras atender un parto dif�cil en una aldea vecina. Al doblar un recodo del camino se encontr� con �La Compaña�. Era un grupo de unas ocho t�tricas figuras vestidas de blanco y cubiertas con sendas capuchas comandado por un p�lido individuo que portaba una gran cruz de madera. La fantasmal comitiva se mov�a en el m�s absoluto silencio, mientras un fuerte olor a cera quemada lo inundaba todo. De repente, el grupo se detuvo frente a la casa de Manolo, el de la ferreter�a. El p�nico domin� al doctor Pereira que sali� disparado, como alma que lleva el diablo, para refugiarse en su vivienda, al otro lado del pueblo. Atr�s quedaba el �mito imposible� que hab�a visto con sus propios ojos: �La Santa Compaña�. Cuatro d�as despu�s Manolo el ferretero mor�a de un infarto en la tasca del pueblo...�

En Ferrol Jorge Fern�ndez dec�a: �Estaba con mi hermano en el coche, cerca de la playa, cuando los vimos. Eran una media docena. Todos vest�an t�nicas blancas, como de monjes, y se mov�an en silencio por encima de las rocas. Nos quedamos petrificados sin poder decir palabra...�.

En un pequeño pueblo costero de la provincia de A Coruña, un hombre pudo presenciar la visi�n de m�ltiples fen�menos de este estilo. Intentar� reproducir con la mayor fidelidad lo que �l contaba.

Ten�a 2 oficios: era enterrador y trabajaba en un cine.

�La primera vez que vio La Santa Compaña estaba solo en el cine: un numeroso grupo se le apareci�, sab�a que estaba absolutamente solo, no quer�a mirar, solo olvidarse de lo que hab�a visto, pero a estas apariciones sucedieron otras y casi siempre mostr�ndole la persona que morir�a. Es bastante inusual que la compaña se aparezca en este tipo de lugares, pero seg�n este testigo, as� fue la mayor parte de las veces.

En una ocasi�n, estaba en el cementerio y oy� golpes en uno de los nichos, pertenecientes a una familia del pueblo. A continuaci�n se fue a trabajar a la "glorieta" (este es el nombre dado a la caseta que hay en los cementerios en donde el enterrador guardaba sus herramientas y en donde se practicaban las autopsias), estando all� se dio cuenta de que no estaba solo, "alguien" cogi� sus herramientas y las tir� fuera, sali� a recogerlas y nuevamente se las tiraron, hasta que lo echaron, de alguna manera comprendi� que los estaba molestando, as� que desisti� en su empeño y decidi� irse a casa. Al salir se encontr� con una vecina que estaba colocando flores a su familia, le dijo que se iba. Esa misma noche mor�a una mujer acuchillada por su marido y que este hombre enterr� en el mismo nicho de donde hab�an salido los golpes. D�as mas tarde la vecina le confes� que aquel d�a, cuando se dirig�a hacia la verja del cementerio, fue tirada al suelo, golpeada y pisoteada por un grupo de gente que ella defini� como la Santa Compaña.

En aquella �poca era com�n que la persona que cerraba el cementerio (en este caso el hombre del que hablo), preguntase a gritos antes de cerrar "�queda alguien?". Uno de esos d�as como siempre y tras preguntar, cerr� y se fue a trabajar al cine.

Horas mas tarde fueron a buscarlo para que abriese la verja del cementerio, en donde se encontraba una mujer aterrorizada y con un fuerte ataque de nervios. Se extrañaron de que la mujer no contestase a la pregunta de rigor a lo que ella respondi� que un grupo de las caracter�sticas de la Compaña se lo impidi�, la pusieron encima de una sepultura contigua a la suya sin posibilidad de moverse ni gritar. A los pocos d�as una persona era enterrada en esa sepultura.

r4_2.jpg

Este hombre del que hablo sab�a siempre de antemano quien de sus conocidos, amigos o familiares iba a morir, no siempre de la misma forma, algunas veces ve�a a la persona, otras el entierro, o con alg�n "aviso". Incluso lleg� a ver el entierro de su propio hijo, aunque en esta ocasi�n se equivoc�. Ve�a un entierro en el cual estaban todos los miembros de su familia, excepto su hija, que estaba embarazada y con algunas complicaciones debido a ello. Como estaba preocupado por la salud de su hija, le pas� inadvertido que otro de sus hijos faltase. Este hijo sufri� un aparatoso accidente laboral en un astillero de la zona y muri�, al tiempo que su hija permanec�a ingresada en el hospital con su beb� reci�n nacido, por eso faltaban ambos en la visualizaci�n del entierro.

En otra ocasi�n estaba en una tienda, vio entrar a tres niños. Una vez que se hubieron marchado los niños, la tendera y un par de personas mas, hablaron de los dos niños que acababan de entrar. Se sorprendi� porque vio tres niños,(a los cuales conoc�a perfectamente) y no dos. Pregunt� si todos hab�an visto solo dos niños, todos los all� presentes as� lo confirmaron, as� que pregunt� quienes eran. En ese instante supo que el tercero al que nadie mencion�, morir�a y as� fue.

El tercer niño, que solo �l vio, muri� al poco tiempo.�




 


 
anterior  indice  siguiente